jueves, 29 de septiembre de 2011


tengo esta sensación horrible en el cuerpo. tengo una conciencia repentina de mis manos, de mis piernas y duele el saberlas ahí, siento mi conexión con ellas, mi poca movilidad, mi poca utilidad, para mí y para este lugar. no es una metáfora, lo siento de verdad, como cuando te tocan por primera vez o te dan un soplido en la cara. me acuesto y la cama, la imagen de la cama que hay en mi cabeza se mueve y yo no me muevo por el miedo. intento tranquilizarme con palabras del tipo todo va a estar bien, pero cuando mi cuerpo se agranda tanto o la cocina se achica no lo soporto más y voy corriendo a mi madre y le digo que tengo un problema mental, y me intenta tranquilizar y sino lo logra me lleva a la guardia y la doctora pide por teléfono un clonazepam y yo quiero llorar porque nadie me preguntó si quería tomar una pastilla. no la quiero tomar, pero la tomo igual y me duerme, hasta mañana cuerpecito.

tirada en la cama escucho a mis vecinos, la mujer más forra del mundo, casada con el hombre más forro del mundo y sus hijitos, próximos forros o próximos suicidas. algunos ya gritan con odio, otros pueden salvarse. mis vecinos fueron fundamentales para entender cómo funciona este ciclo estúpido y común. están cenando, en mi casa creo que también están cenando pero mis vecinos hablan entre ellos y se gritan y se amenazan, y comen, comen salchichas y a mi me dan ganas de comer con ellos, de estar en la cena con ellos. voy a la cocina corto un pan al medio le echo mostaza y queso rallado vegetal y lo degluto con mis dientes de chupete y mierda y está todo bien, porque estamos cenando.

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