domingo, 1 de mayo de 2011

van a por mí


tengo una chiquita de vecina. duerme todo el día y cuando despierta se tira al suelo, tratando de que el disco que escucha se le meta dentro y la sacuda un poco, como un delivery de chispazos quimicosos, como la preocupación de tener que dejar el asiento del bondi y no querer, como un forro de jopo y neurosis de pan de chicharrón.
se tira, decía, y se masturba con los dedos, pensando en nadie, o quizás en ella, y esta vez le basta, nada de penetración. Hace años un compañerito le dijo que penetrar es meter la picha dentro del agujero, y ella le explicó que el verbo no hacía referencia específicamente al pene. El chiquillo rió y la humilló. Y quizás hoy duerme tanto por lo que pasó ese día, quizás pueda dormir cuando coloque en fila forro tras forro, narices y dientes y la escuchen hablar, o la vean masturbar, porque no tiene nada que decir realmente. Tirada en el cuarto, llena de amor, los dedos destrozaron sangre y cuando fue a lavarse se escondió la mano en el bolsillo, como cuando una noche de suicidio aspiró liquid paper para salir un rato del mundo. Aquella noche, cerró la puerta del baño demasiado tarde y su madre vio la nariz de su chiquita llena de mierda blanca, porque en la desesperación de morirse explotó.

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